lunes, 29 de junio de 2015

INCOMODO EN LA OSCURIDAD

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Fecha Registro‎
10-522-449
10-jul-2015
DNDA


bitácora de KOKORO NEKO

Un triste abogado litigante, después de una tremenda paliza propinada por el Juez y el Fiscal a causa de sus intervenciones desmesuradas durante un Juicio que se llevo a cabo contra su peligroso y desagradecido cliente, logra conseguir la llave del baño del complejo Judicial que es guardada como tesoro por los servidores  del sistema de Justicia; los baños  con que la Rama Judicial doto los complejos dedicados a la impartición de Justicia en este País son tan liberales como pretende serlo su democracia, claro que no tanto como las gotas de chocolate de la flamante y roja corbata del jurista protagonista de esta historia, además de que desde la construcción, el baño parece no haber tenido mayor mantenimiento,  lo que este amigo encontró al entrar  fue lo siguiente:

Un lugar sin ventanas, completamente cubierto de azulejos blancos brillantes y vencidos en piso paredes y techo, provisto de cuatro  lavamanos  cuya agua amarillenta deja el oscuro residuo de óxido de las tuberías antiguas de la ciudad capitalina,  3 orinales estándar de los cuales sirven dos uno carece de conexión al desagüe y dos marcas de cemento gris en las paredes con tubos descubiertos que indican que alguna vez fueron 5 cerámicas de orinar, pero lo que da el efecto al recinto son los espejos rotos manchados y percudidos en contraste a la iluminación de sodio parpadeante  de los tubos viejos que aún quedan en servicio y un asfixiante aroma a encierro y decol.

Volviendo al relato, el susto de la audiencia que había desolificado todo el contenido fecal del pobre ser, ya se había acumulado contra su frágil píloro pero estaba de buenas, el baño estaba solo, y tenía en su maletín de chismes un royo doble hoja suavecito todito para él sólito, los cubículos oscuros metálicos y corroídos por el óxido no le quitaban el ánimo de sentarse con calma a hacer su cuantioso deposito, así que ignorando el rollo de 50 metros de papel industrial  que solo le traería raspaduras enrojecimientos y posiblemente un desgarro, cerró la puerta del ultimo cubículo, echo pasador, se desvistió  lentamente  desabrochando sus puños quitando mancornas   y mientras aflojo el nudo Wilson, y retiro su corbata pudo sentir como el fino satín se deslizo por el complicado cuello de su camisa, cuidadosamente dejo su viejo pero no raído pantalón de paño italiano sobre sus emboladísimos zapatos y sobre ellos el chaleco  saco y corbata.

No era una persona que requiriera de lectura o juegos mientras defecaba, él iba a lo que iba y se tomaba su tiempo. Entonces – sucedió-

Se abrió la puerta del baño,  un grupo de colegas entraron a cepillar sus dientes y las voces eran conocidas, un profesor suyo de la universidad de hace muchos años, quien preguntaba intrigado que había sucedido en la anterior diligencia, el secretario del despacho y el Juez,  entraron a hacer lo suyo, justo en ese momento  noto dos cosas, una que se burlaban de el  con palabras fuertes  de las cuales destacó “después de esa paliza en la audiencia ese man necesitara un inodoro, o tal vez dos”, y la otra que los cubículos tienen una elevación de casi cuarenta centímetros  del suelo, es decir  tal vez no le conozcan por sus piernas pero seguramente recordaran el estilo de sus zapatos,  el color de la corbata su chaleco, al respecto su primera reacción fue respirar más lento y no emitir sonido alguno, como cuando los niños juegan a las escondidas o un cazador está cerca de una fiera,  de pronto  noto que todos callaron y sospecho que le habían descubierto, luego su profesor cambio el tema a sus acompañantes y hablaron de marcas de cervezas, algo un tanto tranquilizador hasta que le dio por ver hacia arriba,  como dije anteriormente el azulejo era brillante y estaba tanto en el piso  como en el techo, era como un desgraciado espejo, cuarteado y rechinante de limpieza por décadas y décadas de trapeadores con desinfectante,  solo algo quedaba claro le habían visto pero terminaron pronto y se fueron.

Se escuchó unos pasos alguien más venia abrió la puerta del baño, se oyó que uso el orinal y dejo la llave del mismo abierta, el defecante en el momento ápice de su éxtasis natural pensó en carraspear con un ucchhm  ucchhm  para alertar no abrir los cubículos, pero al escuchar que  solo venía a orinar guardo silencio, el que llego salió tan rápido como vino y sin lavar sus manos, se devolvió y apago la luz,  !rayos¡. 

Habría sido mejor que cuando el Juez y su profesor entraron al baño de alguna forma accidentalmente hubiese caído los viejos cubículos con el haciendo sus necesidades, de esa forma se presentaría una incómoda situación para los demás en la que él solo sería víctima de las circunstancias, no como ahora.


Defecar sin luz es lo peor, levantarse con las nalgas escurriendo el agua que salpicó, sin poder identificar por donde pasar su suave papel doble hoja, para que el trasero no escurra el agua hasta sus medias, además del hecho de limpiar y limpiar hasta presentir quedar limpio, y es que la mayoría de gente no ha notado que uno termina de limpiarse cuando el papel sale limpio pero en la oscuridad es mejor limpiar tantas veces sea necesario para evitar salir untado, con el celular en el bolsillo del pantalón que está en el suelo tal vez habría podido iluminarse pero limpiarse es una habilidad que pocos tienen con una sola mano,  además gritar ¡alguien encienda la luuuz! Acabaría con el decoro que nos hace civilizados, sin embargo este personaje como pudo se limpió, soltó el agua, se vistió curiosamente fue muy prolijo en la miedosa oscuridad del cubículo, la situación fue tan desastrosa que solo reía de sus circunstancias,  salió del cubículo encendió la luz y organizo su corbata con un nudo doble, escucho a lo lejos  unos pasos que reconoció, quien entro le ignoro saco mucho papel del dispensador industrial y se encerró en uno de sus cubículos,  el abogado lavo sus manos con buen jabón,  y salió, luego se devolvió y apago el interruptor.

Kokoro Neko

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